Ideas tomadas de la crítica de Daniel Quesada en Hobby Consolas el 23 mayo 2020
Película de terror psicológico estrenada en 1980, dirigida por Stanley Kubrick y basada en un relato de Stephen King, con guión del propio Kubrick y Diane Johnson. Interpretada por Jack Nicholson, Shelley Duvall, Danny Lloyd, Scatman Crothers.
Hoy día todos sabemos los recursos que el cine de terror usa para crear miedo (la puerta se cierra y hay alguien detrás, la música se pone muy aguda, se aparta un personaje y aparece otro, dobla la esquina y se encuentra a …).
Sin embargo, la forma de rodar El Resplandor llevó estos recursos tan al límite y tan bien que, aunque ya sepamos que «el Titanic se hunde al final», nos sigue manteniendo tensos durante toda la proyección, no vaya a ser que surja una escena nueva que no habíamos visto y nos de otro susto.
Hasta transiciones tan sencillas como «Jueves», «Cuatro meses más tarde» sobre fondo negro, resultan terroríficas.
El Resplandor ha pasado a la historia del cine como una de esas adaptaciones que mejoran con creces el original.
Motivos para ver esta película y que ampliaremos en el coloquio.
- El Resplandor ha pasado a la historia del cine como una de esas adaptaciones que mejoran con creces el libro original en el que se basa.
- Stanley Kubrick perfeccionó el uso de los planos largos y de la cámara en mano SteadyCam, dando herramientas al cine actual para conseguir lo peor y lo mejor de ellas.
- Secuencias lentas que te permiten disfrutar de la historia y sus decorados.
- El espectador elige quién es el origen de la situación, Kubrick sólo insinúa posibilidades: ¿el laberinto del Minotauro, indígenas americanos, fantasmas, Apollo 11 y la llegada a la luna, Holocausto judío, machismo, el miedo a la desaparición de la creatividad, maltrato padre-hijo, alcoholismo, etc?
- Interpretaciones conseguidas a base de repetir tomas y tomas. Shelley Duvall no interpreta estar aterrada, ¡está aterrada!.
- Música tensa, desafinada, golpeada.
- Montaje lento, montaje rápido.
- La simetría, su «belleza», anti-naturalidad, poca estabilidad.
- Sensibilidad para crear encuadres e imágenes que se quedan en la retina: bar, ascensor manando sangre, gemelas, hachazo, …
- Terror por el doblaje al español. ¿What???? Por eso la veremos en original subtitulada.
- ¿Qué hay en la habitación 237? Sólo lo que tú quieras traer. ¿A qué te suena?
Artículo publicado en el suplemento El Cultural – Filmoteca 30.12.2004 página 39. Redactado por C.R.
Detrás de la pantalla
– El making of de la película está realizado por Vivian Kubrick, hija del director, quien tuvo un acceso ilimitado al rodaje aunque la edición fue supervisada por su padre.
– En una escena, Kubrick pidió a Shelley Duval 127 tomas.
– Debido a la exagerada repetición de tomas en cada escena, Jack Nicholson prometió al final del rodaje que nunca volvería a trabajar con Kubrick. Cumplió su palabra.
– Todas las escenas de las habitaciones del hotel Overlook están rodadas en los estudios Elstree de Inglaterra, incluído el Salón Colorado en el que trabaja Jack Torrance.
– Kubrick adaptó a diversos idiomas la frase con la que Torrance llena cientos de folios.
Igual que Stanley Kubrick decidió hacer la «proverbial buena película de ciencia ficción» y salió 2001, algunas circunstancias que comentaremos luego le determinaron a realizar la película más terrorífica del mundo y prescindió de sustos y efecticismos para transportar al espectador a un estado de puro pánico.
Deprimido tras el fracaso comercial de Barry Lyndon, Stanley Kubrick encontró en el desinterés general que suscitó su obra maestra aún más motivos para alejarse del elemento humano, que consideraba débil y prescindible, y refugiarse con más convicción en su burbuja, lejos de todos excepto de su familia. El espacio de cinco años que transcurrió hasta su siguiente filme -tiempo que se revelaría corto en comparación con los siete y doce años que separaron sus próximos trabajos-, suscitó diversas especulaciones en torno a los efectos mentales que se operaban en la mente de Kubrick como consecuencia de su aislamiento (en forma de temores y paranoias de lo más variopintas), así como sobre el supuesto bloqueo creativo que padecía. Algunos, los más morbosos, vieron en llos los motivos de su interés por la demencia creciente en Jack Torrance, una vez anunciada su intención de convertir en cine la novela El Resplandor.
En realidad, Kubrick ya había comentado en los años sesenta su deseo de provocar auténticas pesadillas en el espectador. Como parte de su ambición secreta por abordar y cuestionar todos los géneros cinematográficos, entrada dentro de sus planes profesionales, según comentó a un amigo, hacer «la película más terrorífica del mundo». La lectura de la exitosa novela de Stephen King y varias charlas posteriores con la experta en literatura gótica Diane Johnson -con quien terminaría firmando el guión- le convencieron de haber encontrado la fuente de inspiración adecuada para su propósito.
El terror siempre es subjetivo y escapa fácilmente a la capacidad de evocación del cine. A veces no es tanto una cuestión de formas (contrariamente a la tradición del género, El Resplandor se aleja del expresionismo para abrazar el realismo) como de contenidos, a aquello que el espectador esté dispuesto a aceptar dentro de los límites de lo extraordinario. Más allá de la siniestra historia relatada por Stephen King -quien trabajó en un primer borrador del guión, finalmente desestimado por Kubrick-, lo que el autor de Lolita halló en El Resplanodr fue un punto de partida inmejorable para desarrollar sus convicciones sobre percepciones extrasensoriales como la telepatía, la paranoia o las alucinaciones, entre otras oscuras facultades de la mente. La oposición entre lo psicológico y lo sobrenatural, lo que ve la mente de un personaje y lo que realmente existe a pesar de su imposibilidad, era el debate que a Kubrick le interesaba plantear.
El reto consistía, por tanto, en eliminar del espectador su incredulidad ante los fenómenos extraordinarios, a los que Kubrick siempre coinció verosimilitud. Este misterio entre lo subjetivo y lo objetivo queda finalmente resuelto cuando comprobamos que sólo Grady ha podido abrir el pestillo de la despensa. Para entonces, la locura de Jack Torrance-Nicholson deja de proceder sólo de su mente y tiene su origen en la sanguinaria voluntad de los viejos espíritus que habitan el Hotel Overlook.
Celebración de la locura. En el crepúsculo de los salvajes años setenta, Jack Nicholson aterrizó en el rodaje con la locura ya incorporada, alentada or un director que llevaba a sus actores a la extenuación y que desde Teléfono rojo … se había acostumbrado a seleccionar en la sala de edición la toma más excéntrica de las muchas, muchísimas filmadas. Aparte de determinar el estilo de El resplandor y de sus películas posteriores, el empleo de la recién inventada Steadicam contribuyó definitivamente a señalar la angustia febril de ciertas imágenes. El movimiento flotante con el que seguimos a Danny (Danny Lloyd) por los laberintos alfombrados del hotel, subimos las escaleras con Jack y Wendy Torrance (Shelley Duvall) y, en definitiva, habitamos los amplios y fríos espacios del edificio, no es más que la atención a unos acontecimientos extraordinarios desde la mirada claustrofóbica de quien quiere estar en la misma piel, en los mismos ojos que sus desquiciados personajes. Escarmentado de un fracaso que le había deprimido, con El resplandor, Kubrick ingresó la mayor cantidad de dinero que jamás había recaudado una de sus películas. Volvía a estar en paz con el público. Irónico, tardaría siete años en volver a complacerle. C.R.